Hace ya años que nuestra colaboradora Isa Serén escribió los absurdos de la etapa de 0-3. Ya en su momento me pareció un texto brillante y por eso 5 años después me animo a escribir los sinsentido de la educación en la infancia. Cosas que vivimos a diario y que seguimos haciendo sin darnos cuenta. La RAE define un sinsentido como "cosa absurda y que no tiene explicación". Por eso voy a profundizar en todas esa cosas que hacemos porque siempre se han hecho así, porque así me lo enseñaron en la universidad, porque ... y que realmente no existe explicación científica, pedagógica o educativa que lo sostenga.

El falso mito de cuanto antes y más mejor

La ciencia ha avalado y demostrado el exponencial desarrollo psicomotriz de la infancia de los 0 a los 6 años. Es más, el año más importante de vida es el primero. Sin embargo, esto ha llevado a decir a muchas personas la famosa frase "cuanto antes y más mejor". Pues bien, durante unos años no sabíamos las consecuencias pero después de la caída del "Baby Einstein" y otros tantos proyectos sin sentido de sobreestimulación, sabemos que no. Que todo tiene un proceso y que hay que ir poco a poco. Excepto en los casos de necesidades educativa especiales que si que necesitan apoyo para el desarrollo. Dejad de entrenar a los niños y niñas con técnicas de repetición para que hagan cosas para las que no están preparados. Estos son los restos del "la letra con sangre entra" pero actualizado a este siglo. Hemos caído en la carrera de adelantar procesos como esfínteres, lectoescritura, etc. Cada docente dirá al año 100 veces que cada niño tiene un ritmo pero luego tiene que cumplir unos hitos que marcamos los adultos y centros en función de su edad. Leer y escribir antes de los 6 años es un sinsentido, hay un porcentaje alto que está preparado y otro que no. Pero nos llevamos por delante al pequeño porcentaje que aún necesitan más tiempo. Lo mismo ocurre con aprender las vocales con 2 años o también con la exigencias que cae sobre los niños de 3 años para sean autónomos al entrar en el colegio: chupete, esfínteres, autonomía... Pues lo mismo, el pequeño porcentaje que no, que suelen ser los más pequeños del aula que aún tienen dos años y 8 meses tiene que forzar sus procesos porque así lo dicen las normas. Pasan mes y medio desde que salen de la escuela infantil y ya tienen que estar ajustados al colegio. Flexibilidad por favor.

Producir no es aprender

Existe una necesidad clara en el sistema educativo de producir y producir fichas, trabajos, manualidades.... Hacer y hacer unidades didácticas, proyectos, fiestas... Nos pasamos los trimestres haciendo cosas que "tocan" hacer sin tener en cuenta que se ajusten a las necesidades del centro y de los niños y niñas. No se disfruta haciendo, se hace rápido porque cada día hay algo que hacer. Rellenamos los tiempos y no dejamos espacio a que se muestre la vida. Un poquito de slow education por favor. Los contenidos de infantil se adquieren dejándoles hacer. Aunque para eso hay que preparar espacios y materiales con los que puedan aprender de forma activa, generando dinámicas de grupo en las que puedan compartir lo que aprenden por sí mismos, con adultos de referencia que acompañen sus procesos vitales y de aprendizaje. Requiere a los docentes salir del centro del aprendizaje, y eso cuesta.

Las misas docentes

Con todo el respeto a las personas creyentes, en las escuelas se hacen asambleas larguísimas que parecen una misa (de las aburridas). Se nos hace duro a los adultos que estamos de apoyo... Pues díganme qué tal lo llevarán los niños y niñas para aguantar durante 1 hora sentados y "escuchando" al resto. También ocurre con las clases magistrales, nos centramos en el adulto y perdemos de vista quien aprende. Si el alumnado no aprende por sí mismo no sirve de nada. Ya deberíamos saber que se puede aprender por inmersión y por investigación. Afortunadamente nadie muestra mejor capacidad de resiliencia que los niños y niñas.

El sentido de lo que se aprende

¿Para qué se enseña lo que se enseña?, ¿porque lo pone en el currículo? Correcto. Pero el currículo no es la realidad que vivimos. Nuestra obligación es ser malabaristas del aprendizaje: conjugar las necesidades de los niños y niñas, el día a día en el centro escolar y el marco de aprendizaje del currículo. Hay que aprovechar cada momento de la vida del aula para hacer eso y más porque la vida es infinitamente más rica que el currículo.

Este hecho deja en bastante mal lugar a los métodos varios y libros de fichas. Deberían ser elementos de consulta y no guía de "trabajo" a pesar de que hacen la vida docente más cómoda. Deberían ser un material a ser integrado por docentes y después adaptado en función del contexto. En raras ocasiones seguir un libro de consulta es significativo y se ajusta a las necesidades de los niños y niñas. Lo cuál nos obliga a avanzar hacia metodologías activas que partan de los intereses de la infancia. Como por ejemplo los proyectos, bien entendidos claro está. Si la infancia no lleva la dinámica del aprendizaje no es un proyecto, es una unidad didáctica disfrazada de proyecto. Estamos en la mejor etapa educativa porque cualquier contenido del currículo se puede aprender con lo que traen de casa y sus familias, con lo que les ha ocurrido, con la mosca que aparece volando por clase, o las mariposas que han aparecido en el jardín... ¡Aprovechémoslo!

"Sigan a los niños, no a las programaciones". Loris Malaguzzi

El efecto silla

Aún estando en la etapa con mayor desarrollo psicomotriz sigue habiendo mucha presencia de mesas en las aulas y también de sillas. Y no sólo eso, que ya indica un poco la actividad sedentaria, sino que en muchos lugares aún sigue habiendo mucho tiempo de silla y poco de expresividad motriz. El cuerpo es el gran olvidado de la educación en general y, a veces nos vemos arrastrados por estas corrientes antiguas. Nada se aprende en nuestra etapa si no es con el cuerpo como medio de aprendizaje. Vincular el cuerpo al aprendizaje es sinónimo de aprendizaje significativo. Esto nos obliga a reenfocar la actividad de la infancia hacia el juego como la mejor herramienta de aprendizaje, no como un momento de placer y recreación. Además, estamos obligados a modificar las aulas para que sean un laboratorio de aprendizaje. Las aulas deberían ser un lugar donde el aprendizaje se diera espontáneo gracias a las múltiples posibilidades de acción y transformación.

La naturaleza y las escuelas cárcel

Hay una imagen por ahí bien interesante que muestra la evolución de las fábricas en 100 años en contrapunto a las aulas. Cuando unas no tienen nada que ver entre sí, el contexto escolar apenas se ha modificado. Es más, dedicamos muchísimo tiempo a ellas sin usar los entornos más cercanos: jardines, patios, parques... Están demostradísimos los innumerables beneficios que tiene la naturaleza en el desarrollo de la infancia (y de cualquier persona). Tanto es así que analizando el contexto actual de la infancia se habla de Trastorno por Déficit de Naturaleza. Es necesario que vuelvan a pasar tiempo y a descubrir en la naturaleza. Allí encontramos ciclos de vida, geografía, historia, colores, transformaciones, pesos, tamaños... vamos, todo lo necesario para aprender en infantil.

Las nuevas tecnologías

Como decíamos antes, cuanto antes y más NO es mejor. Existen muchos intereses para que los niños y niñas usen la tecnología cuanto antes. De hecho, hay un gran negocio en youtube y en las aplicación de juego que hacen que estén absortos. Los efectos negativos de las pantallas los hemos enumerado infinitas veces. No deberían usarse en educación infantil nada más que para un uso exclusivo y limitado para el  aprendizaje global (más allá de los cuatro años). De hecho, los grandes desarrolladores de tecnologías no llevan a su hijos a escuelas con tecnologías. Ellos ya se encargan de que cualquier persona desde la infancia hasta la vejez pueda acceder y usar sus productos. Sin embargo, si que les preocupa que sus hijos e hijas se relacionen, resuelvan conflictos, tengan modelos de los que aprender, aprendan a comunicarse, aprender a aprender, a estar y a ser. Las cosas importantes de la vida no se aprenden con una pantalla.

Caso omiso a la ciencia

Una de las cosas que me parecen más divertidas a la hora de hablar sobre educación es que son opiniones de unas personas contra las de otras. Yo opino esto, el otro otra cosa y así decidimos el criterio pedagógico. Disculpad, esto no se trata de opiniones subjetivas, se trata de avalar científicamente lo que se hace. Y no caer en el "yo lo hago así porque así se hacía", o el "yo creo que es así y así lo hago". Ahora mismo tenemos en auge los descubrimientos de María Montessori, Emmi Pikler, Garder y las inteligencias múltiples, la neuroeducación... A ver cuánto de esto cala real y profundamente en las escuelas. Lo mejor de todo ello es que las bases pedagógicas y educativas son de hace más de 100 años y seguimos en las mismas. Aunque algunas personas crean que Montessori es moderna, nació hace 150 años.

Ratios imposibles

Actualmente, aunque hemos visto avances en algunas comunidades, contamos una una ratio de 8 bebés por aula, 13 para 1-2 años, 20 para 2-3 años y 25 para 3-6 años. España tiene la peor ratio de Europa en el 0-3 y, tras Francia, la peor en el 3-6. Si queremos conocer, acompañar y ayudar a desarrollarse mínimamente cualquier alumno o alumna necesitamos que bajen las ratios. El resultado es que son muchos niños hablando, poco espacio para escucharlos, poca atención... Luego dicen, "es que los niños se pegan". No, es que son muchos y están muy juntos. Como colectivo docente tenemos el futuro de un país entre manos. Qué bonito sería pararnos para mejorar las condiciones de la infancia.

¡Qué bien viven los docentes!

Un clásico para nuestros oídos. Cuántas veces lo habremos oído. Es cierto que luego contestas, pues adelante te dejo aquí con los 25. Y te dicen no,no... si con dos ya no me da para más! Por favor, no solo luchemos por la infancia sino por el reconocimiento de cada persona profesional que trabaja en el gremio: educadoras/es, apoyos, maestros y maestras... Los sueldos son irrisorios para el gran trabajo que se hace no sólo con los niños y niñas, sino con las familias. Que es donde está el gran trabajo a realizar. Luchemos por el mismo descanso para el 0-3 que para el resto de etapas educativas. Debemos cuidarnos y luchar por nuestras condiciones laborales.

Primarizar la educación infantil

Globalizar es lo que define a la etapa, sin embargo luego tenemos horarios segmentados por asignaturas en vez de descubrir la vida a través de sus ojos. Es decir, de forma globalizada. En cualquier proyecto de su interés abarcamos todas las áreas: lectoescritura, matemáticas, artes, ciencias... Sin embargo, vivimos en la incoherencia científica/política. Porque después encuentras artículos de comunidades autónomas que hablan de globalización pero en el último curso de infantil ya hay que cubrir horas por asignaturas de cara a primaria. Dejen a los niños ser niños. Aquí, los segundos ciclos nos hacemos fuertes todo lo que podemos para parar la presión de primarizar infantil. Cuando lo que debería hacer el sistema educativo es infantilizar el resto de etapas.

La deshumanización de la infancia y la familia

Nos volvemos tan protocolarios que nos vemos en situaciones tan denigrantes como que cuando un niño o una niña se caga o se mea en algunos lugares no se les cambia. Hay que esperar a que venga la familia o se contrata a alguien únicamente para esto. ¿De verdad? Otro ejemplo es que en caso de tomar medicinas tiene que venir la familia a administrarla. Entiendo los protocolos médicos y la influencia de las leyes, sin embargo, los protocolos deshumanizan y las leyes deberían estar al servicio de los menores. Es nuestra obligación transformar los protocolos y luchar por mejores leyes para la infancia. A veces nos centramos tanto en lo nuestro que nos perdemos la vida de fuera, el entorno, las personas, las familias, los barrios. Humanicemos la educación y seremos más humanos.

Burocracia y activismo

Por último, me parece muy necesario hacer una reflexión sobre las tareas que tenemos que realizar los equipos docentes para que hagamos aquello que tenga realmente sentido. La burocracia escolar es un paralizador y un desmotivador de los profesionales. Es necesario racionalizar lo que hacemos para vivir la tarea educativa con mayor bienestar. Lo mismo ocurre con nuestro activismo, nos metemos en tantas actividades, propuestas y fiestas en las escuelas que olvidamos hablar sobre lo importante. Lo que hacemos, lo que ocurre en las aulas, hablar sobre pedagogía, sobre cómo hacer... Perdemos el tiempo en reuniones absurdas y nos enfocamos poco en el acto de educar.

¿Qué sinsentidos ves tú en la educación?

NOTA: ¡Enhorabuena! Si has llegado hasta aquí seguramente eres de ese pequeño colectivo (cada día más grande) que se ha actualizado a los nuevos tiempos. Si todo esto no tiene que ver contigo enhorabuena de nuevo y gracias por tu gran labor. Si todavía resuenan cosas y queda por reflexionar (yo me incluyo), es hora de ponerse las pilas. PD: Tu realidad educativa no es la realidad educativa global, existen tantas realidades educativas como centros y personas en ellos. Lo que no cabe duda es que existen mejores y peores realidades para la infancia. No hay más que darse una vuelta por cualquier foro de educación. Como maestro, sigo luchando para concienciar en que la infancia y sus profesionales deberían tener mejores condiciones de desarrollo.

Algunos libros para darle sentido a la educación

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Padre de familia numerosa y experto en crianza, educación y organización familiar. Es autor de Educar sin GPS, una visión global de la crianza para que disfrutes por el camino de la editorial Planeta.

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