Sí, no parece el título de un artículo pero es así. En estas líneas haré un análisis de la situación actual de la Infancia, subjetivo por supuesto, y también porqué no, me aventuraré a hablar de la situación global que vivimos donde queremos unas cosas y hacemos otras y porqué no decirlo, se ha perdido el sentido de la vida, VIVIR.

Escribo este artículo motivado por un vídeo, que podéis ver al final de la página, donde se manifiesta claramente que hemos perdido el sentido común. Hemos construido una realidad que no nos hace felices, instaurada en pilares imaginarios sustentados por la razón y la seguridad.

Control-incertidumbre

Llevamos largas décadas dedicando nuestro quehacer al control, la razón y nuestro hemisferio izquierdo. Sí, al control de los tiempos, los espacios, las actividades; planificando lo que haremos en el futuro, lo que harán nuestros hijos e hijas, nuestros alumnos y alumnas; planificando y programando, midiendo y controlando. Por contraposición, la vida se expresa en un flujo que nos revela nuevas cosas cada día, donde actuamos de maneras diversas y donde ir con un plan cerrado limita, principalmente la vida y, por consecuencia, la alegría, la creatividad y cualquier hecho que potencia nuestro hemisferio derecho. La vida es dinámica y tratamos de hacerla estática.

citamorin

Esta es una de mis citas favoritas, la cultura que vivimos y que hemos creado tiende a pensar en lo contrario: que vivimos en un océano de certeza donde hay algunos archipiélagos de incertidumbre pensando que somos todo razón y mente. Y no, somos emocionales, transitamos un cuerpo, tenemos intuiciones no racionales y vivimos muchas situaciones que no podemos explicar a través e la razón.

La Infancia

Dicho esto, ¿qué mundo es el que dejamos a la Infancia?

Cadenas culturales
Los adultos atamos la Infancia a nuestra razón, la de cada uno. Porque limitamos estableciendo lo que un niño debe aprender o no en función de lo que creemos que será mejor en un futuro. Y nadie, como bien dice Sir Ken Robinson, puede preverlo, porque entre otras cosas, depende del sistema económico mundial y ni los propios economistas pueden saber qué pasará en 20 años. Tanto es así que los grandes representantes de empresas de Palo Alto, donde se desarrolla la tecnología que cambia el planeta a diario, llevan a su hijos a escuelas donde no hay tecnología porque ellos se ocupan de diseñarlas cada vez más intuitivas. Por contra, el resto del planeta establece la asignatura de informática en las aulas porque será el futuro.

La expresión propia
Creamos para los niños un mundo donde todo está cerrado y donde la expresión interna no tiene espacio porque ya está programada otra cosa que hacer: clases extraescolares múltiples, actividades planificadas para todo el día y horarios en las escuelas muy cerrados donde los niños no se pueden expresar.

Si pensáis en el común de los niños y niñas, se sientan y esperan a que alguien les diga lo que tienen que hacer y si están en casa se aburren si no tienen lo que quieren. La motivación no sale de ellos mismos, porque se la hemos coartado. Entre todos y por múltiples motivos, entre ellos, la rapidez con la que vivimos y el control que programa cada cosa que hacemos. El control mata la creatividad y mata lo que hace brillar internamente a la Infancia y también a los adultos, su Elemento.

La cultura del aburrimiento

Como introducía en el anterior párrafo, los niños se aburren y quieren que alguien les saque de ahí con más juegos, actividades, etc. Y cómo decía Belton: «A los niños se les debe permitir que se aburran para que puedan desarrollar su capacidad innata de ser creativos, eso implica ser capaz por nosotros mismos de desarrollar un estímulo interno, sin necesidad de nada más«.

Así que los mejores juegos para la Infancia son no ofrecer nada cerrado que establezca un resultado posible sino objetos sencillos que generen infinitas posibilidades como un palo, piedras, cajas, pelotas, pinturas, construcciones, etc… Aquí os dejo una muestra de ello:

Aprendizajes de vida
Y entonces, qué pasa cuando soltamos el control (aunque sea en espacios programados temporalmente) y ofrecemos dispositivos donde las niñas y niños pueden descubrir materiales, experimentar y experimentarse, relacionarse y ser ellos mismos. Que aprenden, disfrutan, son naturales (no están condicionados por la mirada del adulto) y sobretodo, generan aprendizajes para la vida. Porque donde hay un exceso de control se eliminan los conflictos (externamente, se dan luego en el patio por ejemplo o están latentes)  y cuando se ofrecen espacios de desarrollo propio, el niño o la niña interacciona de manera natural y se enfrenta a las dificultades que se presentan consigo mismo, con el otro y con la comunidad que lo engloba generando conciencia de uno mismo, del otro y del conjunto (que tanta falta hace hoy en día).

Marco de acción
No podría decir todo esto sin recalcar claramente que un entorno libre donde los niños y niñas puedan expresarse debe tener unos límites claros de acción. Hay cosas permitidas y otras no. Y aquellas que no, deben estar ajustadas para que velen por la seguridad de ellos mismos, de los demás y faciliten la interacción de unos con otros. Los límites velan por la seguridad, autonomía y crecimiento de la infancia y de la comunidad. Concluyo: escenarios de expresión libre con un marco de acción claro.

Conclusiones

No quiero que se interprete a través de estas palabras que la incertidumbre en la vida es la panacea, no. Durante décadas hemos hecho un elogio a la razón donde ha dirigido, y dirige, lo que hacemos en la vida. Ambos dos conceptos, incertidumbre y control, se vinculan y se nutren. La incertidumbre nos sirve para ser más flexibles y espontáneos mientas que el control nos da seguridad y estabilidad. Excluir alguno de los dos conceptos no beneficia el desarrollo pleno de la Infancia. Hemos de ser conscientes que como profesionales de la educación (ya seas docente, padre, madre o persona) debemos preparar y planificar (una clase, ir al parque, una actividad…) qué haremos con nuestros niños y niñas para después interaccionar con ellos ajustándonos y escuchando lo que nos ofrecen, sus inquietudes, sus necesidades, su visión y su eterna alegría. Generando posibilidades de dinamismo y de enriquecimiento conjunto.

En una cultura donde el peso de la razón es grande, donde no sabemos lo que pasará ni siquiera el día de mañana, te propongo que juegues, bailes, eduques y vivas.

Os dejo el vídeo que ha motivado este artículo:

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Padre de familia numerosa y experto en crianza, educación y organización familiar. Es autor de Educar sin GPS, una visión global de la crianza para que disfrutes por el camino de la editorial Planeta.

  • Comparto absolutamente lo que decís. Tal vez en un acto de profundo amor propio debamos primero recuperar nosotros adultos el sentido de nuestra propia vida, para desde allí dar testimonio a los chicos y jóvenes de que vale la pena vivir y crecer. Me reconforta el alma saber que diseminados por el mundo somos muchos los educadores que aportamos nuestra semilla de cambio de consciencia y ampliamos la mirada para dar a luz una nueva Educación. Un profundo abrazo desde el sur de la América Latina.

  • Como siempre, Ares, lúcido, profundo y oportuno. Hace tiempo que no nos carteamos, seguro que andamos metidos en muchos asuntos, y eso no quita la cercanía, ni priva del reconocimiento y la admiración. Espero que sigas así por muhcos años. Un abrazo! Carles

  • Sí…qué bueno sería que tanto en casa como en la escuela nos enseñaran a reconocernos y a honrarnos, a ser sin miedo nosotros mismos y a vivir de manera coherente, a entender que simplemente de esta forma nuestro futuro está solucionado y nunca nos faltará de nada, a darle a nuestra alegría la importancia que merece…gracias por el artículo y felicidades por esta web Ares. Un oasis de luz.

    Un abrazo.

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