El sueño es absolutamente esencial y crítico para el crecimiento físico, el desarrollo cognitivo y emocional. Sin embargo, ¿Cuánto duerme la infancia?

En la última semana nos hemos encontrado dos días seguidos a una niña de 3 años dormida, apoyada en una pared, durante el recreo de la mañana y además tenemos alumnado que habitualmente presenta falta de sueño. Hemos empezado a preguntarnos, ¿duermen lo suficiente?, ¿Están en condiciones para hacer frente a la jornada escolar?, ¿Cómo nos ajustamos?

Analizando, nos hemos encontrado que algunos se acuestan a las 12 de la noche, que algunas familias no tienen herramientas para acostarlos, que el carácter de los niños empeora o no está disponible para lo que acontece y que por tanto, el tema tiene una relevancia esencial en los centros educativos.

Una cuestión a resolver es cuánto deberían dormir porque la mayoría de adultos no lo sabemos bien y nos basamos principalmente en las creencias populares. El último estudio al respecto lo ha realizado la Academia Americana de Medicina del sueño1, determinando que los niños y niñas deben dormir de forma regular:

  • De 4a 12 meses: 12 a 16 horas diarias, incluyendo siestas.
  • De 1a 2 años: 11 a 14 horas diarias incluyendo siestas.
  • De 3a 5 años: 10 a 13 horas diarias incluyendo siestas.
  • De 6a 12 años: 9 a 12 horas diarias.
  • De 13a 18 años: 8 a 10 horas diarias.

Sin embargo, ¿qué podemos hacer desde los centros para evitar una infancia privada de sueño y con mal humor? Podríamos decir que es cuestión de la familia, y en último grado así es, pero no podemos olvidar que como profesionales de la educación nuestro lugar es acompañar a las familias para el bienestar de sus hijos e hijas y de sí mismas.

Lo primero que podemos hacer es dar a conocer estos rangos para que puedan ajustarlo a la realidad familiar. Además, apoyarlos para que organicen una rutina de sueño consistente durante los siete días de la semana que tenga las mismas horas de acostarse y despertarse. También, incidir en la importancia de apagar todas las pantallas (también sus móviles) media hora antes de ir a dormir. Y sobretodo y más difícil, ayudarles a construir una buena autoridad que les ayude a poner límites que protejan la rutina del sueño.

Por último, en los centros nos corresponde darle un buen lugar al sueño mediante la articulación de las siestas y además, nos corresponde desde el aula ajustarnos a la infancia y acompañarla en sus propias necesidades.

 

1 Journal of Clinical Sleep Medicine, Vol. 12, No. 6, 2016.

 

Artículo publicado en el número 94 de la revista Aula de Infantil de Graó

Padre de familia numerosa y experto en crianza, educación y organización familiar. Es autor de Educar sin GPS, una visión global de la crianza para que disfrutes por el camino de la editorial Planeta.

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