Te voy a contar con una cosa que me encuentro casi a diario.
Este semana pasada ocurrió en el taller presencial del sábado, el lunes en la sesión de casos y preguntas y en varias conversaciones esta semana.
Hablar de crianza es un tabú.
Aún sigue siéndolo aunque se hable más por redes.
Hablar se habla.
De lo mal que duerme tu hijo, de las rabietas que has tenido…
En público normalmente hablamos para quejarnos o para criticar lo que vemos en otras madres y padres.
La historia es que hay muy pocos espacios donde puedas expresar como te sientes, cómo lo estás viviendo, qué haces realmente y cómo podemos mejorarlos.
Este es mi trabajo realmente y cuando tienes espacios así te cambian porque hablamos desde la vulnerabilidad y el aprender.
Tan fácil y tan difícil.
El caso es que este tema que te voy a contar se dio en muchos varias veces la semana pasada.
Y es que me cuenta sobre su hijo y lo que les gustaría que hiciera.
Como tendría que ser, lo que tendría que hacer, cómo tendría que comportarse…
Y aquí está el error.
Partir de lo que tú quieres.
Que ojo, hay que tenerlo en cuenta para saber hacia donde quieres ir o cómo te gustaría educar a tus hijos.
Pero no es el punto de partida.
El punto de partida es lo que es.
La realidad.
Tu hijo.
Es decir.
No es el hijo que quieres, si no el que tienes.
Si no partes del hijo que tienes, no puedes ir hacia lo que quieres.
Ejemplo:
Quiero que mi hijo sea responsable y organizado.
Como tú, ¿verdad? (proyectamos sin querer)
Pues tu hijo es como es.
Quiero que mi hijo se vista solo.
Ya, pero es capaz de vestirse solo.
Lo importante es la palabra SOLO, no vestirse.
Seguramente sabe vestirse.
Pero no solo.
Partir de lo que es y necesita es la clave para una buena educación en casa.
Repito:
No es el hijo que quieres, es el hijo que tienes.
Y desde ahí construimos.
Si quieres tener todas las bases para educarles desde lo que son, las explico en mi libro.
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Por si tienes dudas.
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