Hace unos días terminé un libro muy interesante a la par que sencillo: «Cómo liderar hoy: con cuatro conversaciones» de Alejandro Hernández Seijo. El contenido del libro es muy valioso tanto a nivel de liderazgo como de crianza.
El caso es que la primera conversación de la que habla es la conversación de delegación. Delegar parece algo sencillo pero nos cuesta mucho. Entre los diferentes conceptos que relataba hay dos que me parecen importantes:
- Si delegas, no interfieras.
- Solo puedes delegar cuando conoces a la persona en quien delegas.
Perfecto. Pues esto es aplicable tanto a los adultos en el trabajo como con los niños y niñas. ¿Qué acciones puede hacer la Infancia en las que tenga éxito y haya un umbral de esfuerzo?, ¿Qué les gusta hacer?, ¿Cuál es su siguiente conquista en el desarrollo?, ¿Qué pueden realizar que les motive?
Si el niño o la niña tiene un éxito, es su éxito; si fracasa, es tu fracaso.
Sencillamente porque estás delegando para que tenga pequeños éxitos y después conquistar otros mayores.
Ah, más importante si cabe, si delegas, no interfieras. Estamos de apoyo pero no lo hacemos nosotros, ofrecemos preguntas y no respuestas. Además, esto implica dejar de hacer lo que nosotros pensamos como adultos a favor de dejar hacer a la Infancia lo que piensa. Para que lo resuelva como pueda.
Si sólo cambiáramos la mirada ya resolveríamos muchas de las dificultades en la escuela y la familia.
Felicita sin adular
Pongamos que ya hemos conseguido delegar, pues ahora toca controlar lo delegado. Lo difícil de esta parte es que el trabajo personal es dejar de controlar y señalar lo que hacen mal por empezar a señalar lo que hacen bien. Cuando lo hacen mal, ya saben que lo han hecho mal, centrémonos en resolver la situación y centrar nuestra atención en pillarles haciéndolo bien. Para ello, serán necesario felicitar, pero para poder hacerlo se requiere conocer primero a la persona a la que felicitamos. Porque si decimos por decir, sentirá que lo adulamos al no tener que ver con la persona.
Según el autor, para que tu felicitación sea eficaz tiene que ser:
- Concreta: es decir, que se trate de un hecho o un comportamiento específico.
- Reciente: que sea cuanto antes para aprovechar la efervescencia de la emoción.
- Gratuita : Sin pedirle nada a cambio.
- Según el punto de vista del otro: no lo que piensas tu sino lo que piensa el otro.
Caso práctico
Hace unos días nos fuimos a la montaña en familia a hacer un picnic. A última hora, mi hermana y su chica no pudieron venir por salud así que encomendamos -delegamos- a mi sobrina mayor de 10 años llevarnos al sitio indicado (acción en la que estaba capacitada pero que nunca no había hecho). Después de guiarnos y dar vueltas encontramos el sitio. Lo importante fue que ella lo encontró, además al no venir mi hermana mi sobrina de 8 llevo la mochila con la comida de todos y que mi otra sobrina se encargó de hacer más asequible y ameno el camino a mi hijo de 3 años. Así que, cuando llegamos al sitio y comenzamos con el picnic las di las gracias a cada una por cada una de estas acciones.
Mi sorpresa fue que mi sobrina mayor me dijo:
«Gracias por dar las gracias»
Me sorprendió. No es la primera vez que alguien me muestra su sorpresa cuando valoras o felicitas su trabajo. Algo que debería ser un hábito normal pero no lo es.
Así que te pregunto:¿Cuánto valoras o agradeces a tus pequeños lo que hacen?, ¿Y a tus compañeros de equipo?
Pruébalo, la diferencia es grande.
NOTA: no quiero cerrar estas líneas sin aprovechar para dar las gracias a mis sobrinas y a mis hijos todo lo que aprendo en nuestra convivencia. También a Alejandro Fernández Seijo, autor del libro, que me ha facilitado poder reflexionar sobre mi día a día con la Infancia (y con los adultos que la rodean).
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