Queridos maestros, docentes, educadoras, madres y padres,
El sistema educativo no cambia ni va a cambiar, lo cambiamos y construimos entre toda la comunidad educativa.
Es cierto que cada vez se proyecta una peor imagen de la educación si se observa desde un punto de vista gubernamental. Sin embargo, lo que ocurre cada día en las aulas, las escuelas, ampas y universidades no es la ley en sí, sino la realidad que conformamos los docentes y las familias junto a nuestros universitarios, adolescentes, niños y niñas.
La ley marca pero también nos da mucho espacio para que los adultos del sistema educativo configuremos el proceso de «enseñanza – aprendizaje» y lo pongamos al servicio del alumnado.
De hecho, no paro de leer diferentes propuestas y experiencias de patios que cambian y son más respetuosos, metodologías que se adaptan a los nuevos tiempos, ayuntamientos que respetan a la infancia y propuestas de docentes que aportan nuevas visiones de la educación más cercanas a la realidad del alumnado y la sociedad.
La creencia popular es que el problema está fuera
Consideramos que quien tiene que tomar cartas en el asunto son los políticos que hacen mal las leyes, que no podemos hacer nuestro trabajo porque no hay dinero ni recursos y que así no se puede. Cierto es que no falta razón y que nos toca seguir luchando y mucho por ello.
Sin embargo es también cierto que eso no es excusa para asumir que los docentes y las familias, tenemos la responsabilidad de poner nuestro granito de arena a este proceso de cambio construyendo nuevas posibilidades.
En el día a día, nos vemos envueltos en una vorágine de papeles y necesidades del sistema que no tienen ninguna fuerza y que nos ocupan para distraernos de lo importante. Se trata de parar, observar y preguntarse el porqué de lo que hacemos, el porqué tiene sentido cómo educamos y testarlo en nuestros niños y niñas, porque tienen la llave de la educación del futuro.
Así que, haz tu parte, siembra, comparte y nutre a otros para que sigan creciendo. La idea, como escribí hace ya varios años, es colapsar la educación. Colapsarla de una mirada que respete a nuestros niños y niñas en su crecimiento y desarrollo, con propuestas que ilusionen a nuestros jóvenes y con habilidades que permitan a nuestros universitarios crear su futuro. Toda esta presencia de educación ilusionante terminará colapsando la realidad, se hará muy presente en la sociedad y obligará a modificar las leyes.
Tengo que daros las gracias por seguir haciendo tan bien vuestro trabajo, por afrontar la realidad sacando de ella lo que está disponible en cada momento y por intentar resolver las necesidades de la infancia a través de una educación de calidad.
No va a haber una solución que nos resuelva todos los problemas de la educación debajo de una mesa. Se trata de construirla, entre todos y todas, porque tú cambias el sistema educativo.
Foto flickr: Amapolas tristes y Lyle Vincent
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