Estamos inmersos en la vorágine de la sociedad actual: múltiples pantallas, situaciones, cambios, relaciones y estímulos. ¿Cómo vive la infancia esta realidad?
Si echamos la vista a atrás, nos damos cuenta que los adultos de hoy en día nos hemos desarrollado y crecido al costado de nuestras madres y abuelas.
Estas figuras y contextos permanentes permitían a los niños y niñas transformar la realidad y proporcionarle nuevos significados.
La infancia necesita que su madre, su padre o la educadora estén disponibles para que puedan ser una referencia de permanencia a través de su actitud, en el lugar y los diferentes tiempos.
¿Qué está ocurriendo hoy en día?
Las realidades familiares y los contextos educativos se han complejizado y evolucionan tan rápido que muchas de estas permanencias1 han desaparecido y se están reelaborando. No hay permanencia cuando los tiempos escolares o familiares están demasiado acotados.
Por mostrar algunos ejemplos, la conciliación familiar está siendo muy difícil y ambos progenitores hacen puzles horarios para estar con los niños y niñas. En consecuencia, cuentan con muchas figuras de “referencia” intermitentes. Las separaciones y los nuevos modelos familiares requieren elaborar nuevas estructuras de permanencia. En el ámbito escolar, se producen numerosos cambios de educadoras, de materiales y de criterios educativos.
¿Qué podemos hacer en casa y en la escuela?
En los últimos espacios compartidos con familias me he visto (después de analizar la realidad familiar) “recetando” curas de presencia. Que es algo tan simple pero tan complejo como generar momentos donde los adultos estén presentes para que sus hijos e hijas puedan construir y dar sentido a su propia realidad.
En casa tenemos que generar una estructura de contextos y tiempos que se repitan; debemos evitar que se produzca el habitual “estar sin estar presente” por estar pensando en las tareas del hogar, el trabajo o en las interrupciones continuas de las notificaciones de cualquier pantalla cercana.
En las escuelas no nos quedamos atrás. La veloz rueda de la educación nos arrastra a un sin fin de actividades y eventos que no nos permiten acompañar a la infancia como se requiere. Se precisa estar presentes y disponibles para observar y facilitar su propio desarrollo. Generando tiempos y contextos habituales que permitan a nuestra infancia realizar procesos y desarrollarse a través de la permanencia y la presencia de sus adultos de referencia.
1 Arnaiz, V. Nuevos escenarios para la infancia. Algunas inquietudes y propuestas. VI Congreso Ameigi. Madrid, 2014.
Artículo publicado en el número 95 de la revista Aula de Infantil de Graó
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