Desde que comencé a trabajar «por proyectos» siempre me pregunté sobre esta cuestión: ¿Es un proyecto si no eligen el tema que van a trabajar?, ¿Es un proyecto cuando trabajan lo que han elegido?

Fue un interrogante durante años y en conversaciones con más profesionales del gremio también hay matices, palabras y conceptos diferentes e interesantes. Pues bien, no sólo es el hecho de como empezar sino que cada cual entiende una estructura diferente. Entre las mil posibilidades una es: motivación, ideas previas, búsqueda de información, desarrollo del proyecto y recopilación de lo que hemos aprendido.

La cuestión real es que hemos sido educados con tanta fuerza en una educación basada en el producto final que cogemos una metodología dinámica y la encorsetamos para cubrir una programación, dirigimos los temas y lo que se va a aprender para ir de A a B cuando se requiere, llevamos como docentes los tiempos y la dinámica del aprendizaje y ponemos bonitos carteles para mostrar lo que hemos aprendido.

Esto NO es trabajar por proyectos.

Después de años preguntándome si eligen o no el tema me di cuenta que lo más importante no es cómo inicia sino que lleven la dinámica del aprendizaje, es decir, que sean ellos y ellas quienes coordinen las propuesta a hacer, cómo hacerlas y cómo conseguir los recursos necesarios para llevarlas a cabo.

Todavía recuerdo con gusto un proyecto sobre bichos en cuatros años donde decidieron recoger hojas del patio para hacer la base de una maqueta. Después de tener durante 4 días las hojas en clase, les pregunté cuándo las íbamos a usar. La realidad es que habían priorizado otras cosas en función de los tiempos. No sólo estaban aprendiendo sobre bichos sino que también aprendían gestión del tiempo, de las posibilidades y de la dinámica grupal. Perdemos el foco en el tema cuando el proceso de aprender a aprender es la clave de esta metodología. Y no sólo eso, el cambio de rol docente es tremendamente satisfactorio. El poder de 25 niños y niñas de 4 años para conseguir recursos y posibilidades es ilimitado. Sólo hay que generar el dispositivo para que lo puedan hacer. Aunque exige a los profesionales del aprendizaje salirse del centro de la dinámica escolar, cosa bien difícil a tesón de la realidad educativa.

El hecho de que el tema sea elegido por el alumnado conlleva una motivación intrínseca hacia el aprendizaje, en caso de no ser así, se puede buscar un elemento motivador. Aunque lo realmente importante es que aprendan a construir el conocimiento y nos ajustemos a sus necesidades. Como aquel día en que decidieron en medio de un proyecto sobre el espacio de toda la etapa infantil que querían hacer un restaurante. Aquí cabe combinar las necesidad del grupo con la realidad, así que finalmente decidimos hacer un restaurante espacial que fue muy muy divertido.

Hace poco hemos votado sobre lo que queremos aprender, es cierto y bien lo sabéis, que las figuras de referencia podemos matizar o condicionar los resultados de una votación, conviene mantenerse al margen aunque a veces las exigencias del guión no lo permiten (sobretodo demandas del centro o del equipo educativo). Yo ya estaba con un nudo en el estómago porque por guión tengo que trabajar el mismo proyecto que mi compañera de nivel (incongruencias metodológicas) y en su clase había salido el cuerpo humano. En la mía, salieron flores, planetas, la radio, caballeros y el cuerpo humano.

Volviendo al tema, es mucho más importante el sentido de lo que hacemos que el hacer por hacer, dinámica extendida también en educación infantil. De hecho la experiencia me dice que lo que tiene que hacer un docente es no hacer. Porque es la única manera de que dejemos espacio para que niños y niñas organicen la dinámica de aprendizaje desde su propia necesidad. Por ejemplo, ante los siguientes pasos en un proyecto o ante las dudas o hipótesis que hacen sobre la realidad. La inquietud de no saber, la curiosidad y el asombro son los mejores motores de su aprendizaje.

Una cosa es lo que cada cuál entiende por metodología de proyectos, como adaptarla a la etapa de educación infantil y después cómo se ajusta a cada contexto. Lo que no nos puede faltar es que sea un proceso dinámico que parte fundamentalmente del alumnado, donde el hecho de gestionar cómo aprender sea la base del aprendizaje, donde lo importante sea el proceso mas allá de los productos finales y sobretodo que sea un proceso cooperativo y colaborativo del alumnado.

Hay millones de definiciones pero yo me quedo con que es una metodología colaborativa en la que el alumnado construye aprendizajes que parten de sus propios intereses y realidades a través de sus recursos y posibilidades. Donde educadoras, maestros y profesionales de la educación acompañan y potencian sus propuestas y decisiones.

El fin no justifica los medios

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Padre de familia numerosa y experto en crianza, educación y organización familiar. Es autor de Educar sin GPS, una visión global de la crianza para que disfrutes por el camino de la editorial Planeta.

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  1. Me encantan las cuestiones que planteas, coinciden con con las que me vengo planteando desde hace tiempo y me gustaría compartir algunas. Yo creo que la idea clave desde Fitzpatrick y Dewey es que el objeto de aprendizaje y los pasos para alcanzarlo han de ser planificados por las criaturas. Ahora mismo se intenta hacer proyectos olvidando ésto, e incluso hay discusiones en las redes en las que personas defensoras de esta metodología sostienen que eso no es importante. Yo particularmente creo que es lo esencial; si no, no son proyectos, son centros de interés o unidades. Pero también me parece que el factor clave es cómo se concreta esa idea. Creo que para ello hay un punto central a analizar: ¿qué tipo de proyectos? Los que hacemos con más frecuencia en infantil son trimestrales y colectivos, de grupo, ciclo o etapa, mientras que la propuesta original de Fitzpatrick y Dewey se refiere más bien a proyectos individiduales en secundaria, o frente a algunos ejemplos que plantea Carmen Díez Navarro, que son colectivos, muy breves y centrados en intereses inmediatos. Me parece razonable que los principios de los proyectos quizá se concreten en prácticas distintas en cada caso. Así si, en los proyectos trimestrales que manejamos, pensamos en la elección del tema, creo que es honesto dudar si una criatura de Infantil que elige un tema tiene una idea, una representación mental, de lo que significa ese tema y ese lapso de tiempo, y si esa elección tiene el mismo valor que las personas adultas le damos, como parece que suponemos. Si ese tema general trimestral es donde en Infantil se expresa realmente el objeto de aprendizaje que interesa a las criaturas, o si ese interés se mostrará más bien en aspectos más concretos e inmediatos que irán surgiendo en el aula a medida que el proyecto avance. En este sentido, como dices, también creo que es más en la gestión o el desarrollo del proyecto donde podemos concretar los principios de los proyectos, siempre que recojamos y gestionemos de manera honesta esos intereses inmediatos «sobrevenidos». Puede que alguien piense que esto es limitar la capacidad de elección de las criaturas, pero los intereses humanos tienen mucho de situacional, es decir, encontramos elementos en el entorno que suscitan nuestro interés y nuestras preguntas, e incluso en metodologías que se basan en la elección libre, como Montessori, la elección está limitada a los materiales que hay o no hay en el aula, y ese rango de materiales constituye igualmente una limitación. Por otra parte, creo que mirarlo así también facilita una posible solución al problema que nos surge cuando queremos seguir los intereses reales del grupo en los proyectos: cómo conciliamos ésto con la expectativa/necesidad/exigencia de que todo el nivel, el ciclo o la etapa haga un mismo proyecto. Aunque tendemos a sentirnos equipo sólo cuando todas y todos hacemos las mismas actividades en el aula, creo que en realidad la coherencia nos la da compartir la metodología. Si el tema o la «etiqueta» global única del proyecto trimestral ayuda a sentir que además «hacemos lo mismo», pero permite también que cada grupo incluya actividades distintas y unidas a sus intereses reales, me parece que ofrece una oportunidad de encontrar un cierto equilibrio en el que todas y todos podamos sentirnos a gusto. Mucho ánimo, Ares.

    1. Que se había quedado este comentario sin contestar y no sé porqué… Perdona.
      Las cuestiones que planteas son las que forman parte del universo trabajar por proyectos. Como ajustar un proyecto a las necesidades de una etapa. ¿Podemos hacer un proyecto trimestral y mantener el interés sin hacer auténticos malabares?, ¿Es necesario?, ¿Podemos hacer proyectos más cortos?, ¿Qué pasa si no hacemos lo mismo que otras personas?, ¿Trabajamos en equipo si realmente trabajamos lo mismo pero cada uno hace diferente en su aula?. ¿Podemos sostener no acabar un proyecto por necesidades del grupo?
      Preguntas que forman parte de la cotidianidad y que son interesante cuestionarse.
      Gracias!!

  2. Me siento identificado con la complejidad de lo que narras. Quizás lo importante no sea el fin sino la forma, quizás el medio es el mensaje, quizás es más importante para aprender la metodología: poner oído a la infancia, saber qué les motivas, por donde van sus intereses y, sobre todo, sus necesidades. Porque hay que saber como profesorado cuáles son las necesidades de la infancia en cada momento. Y si lo adivinamos, da igual trabajarlas a partir de las hojas secas o del cuerpo. Porque los dos temas hablan del tiempo. El tiempo que pasa. GRacias por hacernos pensar. Gracias

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